Un nuevo vestigio de aquella época de efervescencia cultural en Europa, se encontró en 2008 en el yacimiento alemán de Hohle Fels, a 20 kilómetros de Ulm. Allí, se desenterró una flauta casi completa hecha de hueso y los fragmentos dispersos de tres flautas de marfil. Con más de 35.000 años de edad, se trata de la evidencia de actividad musical más antigua que se conoce. Las cuevas de esta zona, donde se han hallado los únicos instrumentos musicales de más de 30.000 años de antigüedad de todo el mundo, puede considerarse la cuna de la música.
La pieza de hueso, la más destacada, está tallada sobre el radio de un buitre leonado. Con una envergadura de entre 230 y 265 centímetros, este animal era perfecto para elaborar flautas como la del yacimiento alemán. Sus radios, de unos 34 centímetros de longitud, ofrecían espacio suficiente para tallar una flauta de gran tamaño (la parte que se conserva de la de Hohle Fels mide 21.8 cm). Los autores del estudio, investigadores de la Universidad de Tubinga, tratarán ahora de reconstruir el sonido de la flauta y deducir cómo se tocaba. Para hacerlo han utilizado como referencia una flauta encontrada en la cueva de Geissenklösterle, cercana a Hohle Fels. Hecha con el radio de un cisne, se puede hacer sonar soplando de forma oblicua por uno de sus extremos para obtener cuatro notas básicas. Soplando con más intensidad se pueden obtener tres tonos más. Dado que con una flauta de tan solo tres agujeros es posible obtener un rango de notas comparable a muchos tipos de flautas modernas, los arqueólogos creen que la nueva debería tener las mismas posibilidades musicales e incluso superiores.
Las otras tres flautas encontradas, hechas de marfil, requirieron del artesano el dominio de una tecnología más complicada que con la de madera. Frente a la relativa sencillez de tallar un hueso de ave, con el marfil era necesario dividir un diente de mamut para poder vaciar el interior y volverlo a unir con una técnica que impidiese que se escapase el aire por los intersticios.
El nuevo hallazgo de Hohle Fels apuntala la teoría de que la música desempeñaba una función importante entre los humanos que ocuparon los valles del suroeste alemán hace casi 40.000 años. En 1995, el descubrimiento de dos flautas de hueso de época Auriñaciense en Suabia se vio como un hecho insólito y aislado. Catorce años después, hay tres yacimientos en esta región alemana donde se han encontrado flautas. En total, ya hay ocho, cuatro hechas con huesos de aves y cuatro con marfil de mamut. Parece ser entonces que la música tuvo un rol importante en la vida del Auriñaciense en los valles de Ach y Lone, en el suroeste de Alemania. Estas evidencias sugieren que los habitantes de estos lugares tocaban los instrumentos musicales en diversos contextos sociales y culturales y que las flautas se desechaban con muchos otros tipos de escombros domésticos.
Los instrumentos musicales desenterrados en Hohle Fels se añaden a otros restos que muestran la creatividad de aquellos humanos del Paleolítico Superior. Es llamativo que a tan solo 70 centímetros de la flauta de hueso de buitre se había encontrado una pequeña figura de mujer de una antigüedad similar. Es la primera muestra de arte figurativo que se conoce. Dada su cercanía, los investigadores creen que ambos objetos pudieron ser creados por grupos cercanos.
En opinión de los científicos de Tubinga, las flautas de Hohe Fels y los cercanos yacimientos de Vogelherd y Geissenklösterle demuestran que cuando los humanos modernos se instalaron en la región del alto Danubio, ya contaban con una tradición musical. Esta producción cultural surge en la misma época que el arte figurativo y nuevas formas de ornamentos personales, fenómenos que no proporcionaron una economía más eficiente para la subsistencia de aquellos individuos ni facilitó su crecimiento demográfico. Sin embargo, la música pudo haber contribuido al mantenimiento de mayores redes sociales y haber facilitado así la expansión territorial y demográfica de la nueva especie frente a los neandertales. Los antiguos pobladores de Europa convivieron con los inmigrantes africanos durante 8.000 años antes de iniciar su retirada hacia sus últimos refugios, en el sur de Europa. En el camino debieron sentirse impresionados por las creaciones artísticas de los advenedizos, sus pinturas, sus tallas y las melodías que surgían de aquellos huesos agujereados. En los asentamientos tardíos de los neandertales se han encontrado anillos y punzones de marfil o huesos y dientes pintados, objetos que no aparecen antes de la llegada de los sapiens. En la postrimería de su existencia trataron de copiar aquellas creaciones superfluas y fascinantes que trajo la estirpe llamada a destronarles.
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